De esta manera el gobierno saliente de Cambiemos termina de descongelar finalmente los precios de los combustibles en el final de su mandato y aplica así las subas que se habían postergado durante el año para no trasladar a los surtidores los efectos de la devaluación del peso.
En rigor, la medida cumple con lo estipulado por la AFIP, que reguló la suba del ICL en enero, abril, julio y octubre de cada año a partir de la variación del Índice de Precios al Consumidor del Indec correspondiente al trimestre.
Lo cierto es que el decreto que el gobierno publicó el lunes con el número 753/19 y que lleva las firmas del ministro de Hacienda Hernan Lacunza y el presidente Mauricio Macri finaliza asi con el calendario de gradualización del impuesto luego de haber levantado también el congelamiento de precio, el cual se dio en un escenario de elección presidencial y que pretendía garantizarle un margen razonable de ganancias a las petroleras y evitar que la fuerte devaluación del peso argentino, que en lo que del año llega al 64%, no se terminara trasladando a los surtidores y de ahí derramara a todos los precios de la economía.
Algo que finalmente no ocurrió y que hizo que el slogan de campaña del oficialismo, el famoso “si se puede”, no se cumpliera en materia de control de precios de la energía y se transformara, producto de la devaluación y las promesas incumplidas con el sector hidrocarburífero, en un rotundo y ruidoso “no, no se puede”.