El té es una de las bebidas que más se consumen en todo el
mundo.
Estudios previos han hallado una asociación entre el consumo
de té verde y un menor riesgo de mortalidad, pero ¿qué pasa con el té negro?
¿Es bueno tomarlo o lo mejor es decantarse por otros tipos de té?
Un artículo publicado en la revista Annals of Internal
Medicine ha vinculado el consumo de té negro con un menor riesgo de mortalidad.
Los investigadores usaron datos del Biobanco de Reino Unido, país donde el
consumo de té negro es común, y analizaron cómo su ingesta afecta al riesgo de
mortalidad por todas las causas y por causas específicas.
También evaluaron si las asociaciones varían si se usan
aditivos comunes para el té (leche y azúcar), en función de la temperatura del
té o de variantes genéticas que afectan la velocidad a la que las personas
metabolizan la cafeína.
Vieron que el riesgo era menor en las personas que bebían
dos o más tazas de té negro al día.
En concreto, los resultados indican que los participantes
que bebían dos o más tazas al día tenían un riesgo de mortalidad entre un 9% y
un 13% menor.
Esto ocurría con independencia de si también bebían café,
agregaban leche o azúcar al té, cuál era su temperatura preferida para el té o
las variantes genéticas relacionadas con el metabolismo de la cafeína.
“Este artículo muestra que el consumo habitual de té negro
(el más consumido en Europa) se asocia a una reducción modesta en la mortalidad
total y, especialmente, por enfermedad cardiovascular a lo largo de 10 años en
población general adulta de edad media, mayoritariamente blanca”, explica
Fernando Rodríguez Artalejo, profesor de Medicina Preventiva y Salud pública en
la Universidad Autónoma de Madrid, en declaraciones al Science Media Centre
(SMC).
Sin embargo, al ser un estudio de observación, no se puede
afirmar de forma definitiva que el té negro sea la causa de la menor mortalidad
y que no hubiera otros factores asociados.
“Es deseable que en el futuro se realicen estudios similares
a este solo en personas con enfermedad cardiovascular, principalmente
cardiopatía isquémica o fibrilación auricular, para asegurase de que en ellos
la cafeína del té es segura y el consumo habitual de té reporta ciertos
beneficios”, afirma Rodríguez Artalejo, que también es miembro de CIBERESP e IMDEA-Food.
El té negro se prepara con las hojas de Camellia sinensis,
la misma con la que se hacen el té verde, el té oolong y el té blanco. Y es
que, en realidad, el té negro es té verde que ha sido fermentado.
Su fermentación provoca que las células se oxiden y, por
ello, pierde sus compuestos antioxidantes originales, los polifenoles.
En un estudio publicado en 2017 en el Journal of
Agricultural and Food Chemistry, Científicos del área de Investigación y Salud
del Centro IFAPA, vinculado a la Junta de Andalucía, lograron identificar unos
compuestos beneficiosos presentes únicamente en el té negro.
Las sustancias que se generan durante el proceso de
fermentación de este té, las teaflavinas, son absorbidas hasta un 94% durante
el proceso de digestión.
El intestino se encarga de aprovechar estos compuestos
beneficiosos
¿Y por qué es tan importante esto? Porque estos compuestos,
al igual que los polifenoles, también contienen propiedades antioxidantes. Las
teaflavinas, además, pueden ayudarnos a protegernos del cáncer, las
infecciones, la diabetes y los trastornos del corazón, sostienen los autores
del informe.
El estudio, en el que también participaron las universidades
de Glasgow (Reino Unido), Parma (Italia) y California (EE. UU.), muestra que la
mayor concentración de esta sustancia en orina se produce 12 horas después de
haberla tomado.
Esto significa que el encargado de absorberla es el
intestino grueso. Allí, "las teaflavinas sufren una gran transformación
química que las convierte en moléculas más sencillas las cuales son absorbidas
y metabolizadas pasando al torrente sanguíneo y, en su caso, llegan a órganos
diana para ejercer su acción beneficiosa", explicó a Saber Vivir Gema
Pereira-Caro, autora principal del informe.