Tras el Ángelus, Francisco se desplazó en procesión a la Puerta Santa de la basílica de Collemaggio, acompañado del arzobispo de L´Aquila, los obispos concelebrantes y las autoridades de la región.
De esta manera, realizó el rito de apertura de esta Puerta Santa para que los peregrinos puedan gozar de la indulgencia plenaria en este jubileo Celestiniano que culminará este lunes.
Esta fue la segunda vez que el Papa procedió a la apertura de una Puerta Santa fuera de Roma, ya que la primera fue en 2015 en Bangui, ciudad de la República Centroafricana, con motivo del Año Santo de la Misericordia.
Durante el rezo, el Sumo Pontífice remarcó que "la misericordia es la experiencia de sentirse acogido, restaurado, fortalecido, curado, animado", al tiempo que agregó: "Ser perdonado es experimentar aquí y ahora lo más parecido a la resurrección".
"La Palabra de Dios de hoy nos invita a ser humildes y mansos. Partiendo de nuestras miserias, la humildad nos hace apartar la mirada de nosotros mismos y dirigirla hacia Dios", indicó Francisco.
Respecto a la celebración del jubileo Celestiniano, señaló: "Celestino V fue un valiente testigo del Evangelio. En él admiramos una Iglesia libre de la lógica mundana y que da pleno testimonio de ese nombre de Dios que es la Misericordia".