DEPORTES | Nacionales | 12/02/2023
La imagen del final puede engañar. Boca con la pelota, empujando a Talleres contra el arco de Guido Herrera. Es un espasmo en la calurosa noche cordobesa. A fin de cuentas, al límite de la desesperación llegó con un hombre menos producto de la inexplicable conducta de Sebastián Villa.

También, por un nivel subterráneo, de lo peor que se haya visto en el ciclo de Hugo Ibarra. La continuidad, en definitiva, de un equipo que depende de su jerarquía individual, pero no tiene funcionamiento colectivo.

Hacía dos décadas que Talleres no le ganaba a Boca aquí. Lo hizo con un gran rendimiento de sus volantes, en especial Villagra. Se vio apretado en el último tramo del partido porque Diego Valoyes y Nahuel Bustos tomaron malas decisiones frente a Sergio Romero. Boca apenas ganó uno de sus últimos siete partidos oficiales y recibió ocho goles en los diez encuentros. Números preocupantes.

Con fragilidades defensivas. Sin ingenio para la elaboración. Carente de peligro arriba. Boca fue un combo de imprecisiones en el primer tiempo. Talleres lo superó en casi todos los ítems, menos en la tenencia pero de poco sirve la posesión sin profundidad. Entonces, se hizo fuerte el equipo cordobés. Se impuso en el medio, en los duelos individuales y el gol llegó por decantación.

La pobre expresión azul y oro se puede sintetizar en Sebastián Villa y sus excursiones en el ataque. El colombiano terminó todas mal. Encara por la izquierda, amagaba y sacaba el centro, pero ninguno con peligro. En el área, Miguel Merentiel la veía pasar. El uruguayo reemplazó a Nicolás Orsini, que apenas jugó cinco minutos hasta que sintió un pinchazo y salió. No obstante, tanto uno como otro “9” sufrieron la anemia creativa de Boca.

A excepción de Oscar Romero, que se hizo cargo de la conducción, el resto no gravitó. Así y todo, el paraguayo no pudo generar el suficiente volumen de juego y los volantes estuvieron muy poco agresivos. No pisaron el área. Frank Fabra casi no trepó porque en ese sector se priorizaba a su compatriota Villa y Luis Advíncula tampoco fue una gran alternativa. Cuando pasó en ofensiva, el peruano lo hizo mal.

Talleres, a bordo de un 4-2-3-1 que tuvo como referencia a Michael Santos, fue rápido para cortar y lastimar. Con el fútbol de Rodrigo Villagra, la capacidad de desequilibrio de Rodrigo Garro y Francisco Pizzini más el amenazante centrodelantero uruguayo. Y en un campo de juego con exceso hídrico artificial, porque no llovió pero aquí se regó, los cordobeses volaban. Llegaban antes que sus rivales a cada pelota.

Sin embargo, parecían apurados para resolver y pateaban de media distancia, siempre desviado. Hasta que Villagra habilitó a Santos que rompió líneas entre los centrales y sacudió el poste izquierdo de Sergio Romero. Fue una advertencia.

Enseguida, el uruguayo tuvo revancha y marcó su 22° gol con la camiseta albiazul. Con suspenso, claro, porque el juez asistente cometió un error que corrigió el VAR. Marcelo Bistocco levantó la bandera cuando definió Santos, pero no advirtió que la pelota había llegado a su posición después de un doble rebote en dos jugadores de Boca. Primero, en el pie de Bruno Valdez y luego, en el rostro de Fabra. Cuando partió el remate de Pizzini previo a esa carambola, Santos estaba habilitado.

Ibarra movió el banco. Entraron Ezequiel Fernández y Luca Langoni. Salieron Varela y Ramírez, inexpresivos. Y parecía reaccionar Boca, hasta que Equi la perdió en 3/4, condujo el paraguayo Sosa, habilitó a Pizzini y en el retroceso el joven volante punteó la pelota y descolocó a Romero.

Salió el otro Romero, Oscar, el único que había mostrado luces. Y Villa le pegó una trompada y una patada a Benavídez. El VAR lo condenó y Herrera lo expulsó. Entonces, Gandolfi vio una posibilidad de aniquilar al rival, pero no entraron bien Valoyes ni Bustos. Y Chiquito tapó ante Villagra y Sosa.

Descontó Langoni, tras un pase de Merentiel. Y casi lo empata Figal, de cabeza, tras un córner de Zeballos. Tapó Herrera. Hubiera sido injusto. Boca no hizo méritos para llevarse un punto. Aunque el resultado parece lo menos inquietante.