Las expectativas de inflación van de 55% a 65% en las estimaciones de los analistas consultados por. En cualquier caso este año se registraría el nivel más alto desde 1991.
En el memorándum del acuerdo con el Fondo Monetario se establece una banda inflacionaria para este año de 38% al 48%. Los economistas ya resaltan que esa proyección se quedará corta, empujada por el efecto monetario rezagado del “plan platita” y el alza global de costos que empuja la guerra en Ucrania.
En este marco, las proyecciones más duras son las de Lorenzo Sigaut Gravina, director de la consultora Equilibra, que anticipa una inflación del 65% con una caída del PBI del 0,5%.
“Después del shock internacional hicimos un ajuste del nivel de actividad para abajo y de la inflación para arriba. Eso va a generar un escenario de estanflación, una inflación elevada con bajo o nulo crecimiento, dependiendo de cuánto dure el conflicto y de si arrastra a Europa a la recesión”, señaló Sigaut Gravina.
Entre los factores que pegarán sobre la actividad, el economista menciona el impacto de la guerra que ya llevó al gas natural licuado que Argentina importa a “precios exorbitantes”. Sobre esto se monta que “el efecto de la sequía va a generar menos energía hidroeléctrica y vamos a necesitar más gas, más fueloil. o más gasoil para tener energía”.
El mayor gasto en importación de energía llevará a que haya menos divisas disponibles. “Tanto la AFIP como el Banco Central ponen cada vez más restricciones para acceder al dólar oficial para las importaciones. También la sequía tiene impacto en el PBI, mientras que el efecto de la inflación fuerte va a afectar a servicios y no transables y va a hacer que esos sectores no crezcan”, resumió Sigaut Gravina.
“Estamos esperando una inflación de 62% y un alza del PIB de 0,8%, limitada por el saldo de dólares”, señaló Sebastián Menescaldi, director de la consultora EcoGo.