El escándalo llevó al gobierno de Luiz Inácio Lula da Silva a suspender a las tres marcas de vinos y espumantes más importantes del país (Aurora, Salton y Cooperativa Garibaldi) de las próximas ferias internacionales. También desató declaraciones cargadas de racismo y prejuicios por parte de la patronal y un dirigente bolsonarista.
El miércoles pasado, un operativo coordinado por el ministerio de Trabajo rescató a 207 trabajadores que se enfrentaban a condiciones de trabajo inhumanas en el municipio de Bento Gonçalves, en Serra Gaúcha, la mayor región vitivinícola del país. Tres trabajadores que lograron escapar del lugar se pusieron en contacto con la Policía Rodoviaria y presentaron la denuncia.
Los trabajadores, que fueron atraídos con la promesa de un salario de tres mil reales, denunciaron que se enfrentaban a retrasos en el pago de salarios, violencia física, largas jornadas de trabajo y que incluso se les ofrecía comida podrida. También denunciaron que, desde su llegada a principios de mes, fueron coaccionados a permanecer en el lugar so pena de pagar una multa por incumplimiento de contrato.
El gobernador de Rio Grande do Sul, Eduardo Leite, anunció que abrió una causa para determinar si hubo policías que participaron de las amenazas y golpizas, que incluyeron descargas eléctricas y gas pimienta. El administrador de la empresa a cargo de los trabajadores fue detenido por la policía, pero pagó una fianza y quedó en libertad. Las edades de los 207 rescatados oscilaban entre los 18 y los 57 años.
En medio del escándalo la central patronal Centro de Industria, Comercio y Servicios de Bento Gonçalves repudió los hechos aunque señaló que la esclavitud tiene relación con la falta de mano de obra. “Hay un amplio sector de la población con plenas condiciones productivas que pese a ello se encuentra inactiva, sobreviviendo mediante un sistema asistencialista que no tiene nada de saludable”, aseguró la patronal en un comunicado.
Por su parte el concejal del municipio de Caxias do Sul, Sandro Fantinel, se mostró del lado de los productores y acusó a las víctimas “cuya única cultura es vivir en la playa tocando tambores”, por lo que consideró que “era normal que la gente tuviera ese tipo de problema”. Fantinel elogió en ese sentido a los trabajadores argentinos porque “son limpios, trabajadores, correctos, cumplen los horarios, mantienen la casa limpia y, el día que se van, hasta agradecen al patrón el servicio prestado y el dinero recibido”.