Según los pronósticos de la Organización Meteorológica Mundial (OMM), existe una alta probabilidad de que La Niña se desarrolle durante el próximo verano boreal, entre agosto y febrero.
Este fenómeno, caracterizado por temperaturas superficiales del mar más frías de lo normal en el Océano Pacífico ecuatorial, suele tener un impacto significativo en los patrones climáticos globales, provocando sequías, inundaciones y olas de calor en diferentes regiones del mundo.
En el caso del verano 2025, se espera que La Niña intensifique las olas de calor en regiones ya propensas a este tipo de eventos, como Europa, Estados Unidos y el sur de Asia.
Las temperaturas extremas podrían tener graves consecuencias para la salud humana, los ecosistemas y la agricultura.
Los expertos advierten que las olas de calor podrían ser más prolongadas e intensas de lo normal, lo que podría aumentar el riesgo de incendios forestales, deshidratación y problemas respiratorios.
Además, las sequías asociadas a La Niña podrían afectar la producción de alimentos y generar escasez de agua en algunas regiones.
Es importante tomar medidas para prepararse ante el potencial impacto del verano 2025. Las autoridades recomiendan a las personas mantenerse hidratadas, evitar la exposición prolongada al sol y estar atentas a las alertas meteorológicas.
También es importante que los gobiernos implementen políticas para mitigar los efectos del cambio climático y ayudar a las comunidades más vulnerables a adaptarse a los eventos climáticos extremos.
En definitiva, el verano 2025 se perfila como uno de los más calurosos de la historia reciente, debido a la influencia de La Niña.
Es crucial tomar conciencia de los riesgos asociados a este fenómeno y tomar medidas para protegernos a nosotros mismos y a nuestro planeta.