Ante este
contexto, el presidente de YPF, Horacio Marín, aseguró que la empresa podría
aplicar una baja en el precio de los combustibles si persiste la tendencia
descendente del petróleo a nivel global.
“Si el
precio del crudo sigue bajando, vamos a hacer números y, si corresponde,
bajaremos los precios”, señaló desde Nueva York, tras presentar el plan
estratégico quinquenal de la petrolera en la Bolsa de Valores de Wall Street.
Marín
recordó que YPF ya redujo los precios en septiembre de 2024, con una baja del
4% en naftas y del 5% en gasoil. Sin embargo, debido a la actualización de
impuestos dispuesta por el Gobierno nacional, el impacto en los surtidores fue
menor: apenas un 1% de baja en la nafta y un 2% en el gasoil desde el 1° de
octubre.
El último
aumento aplicado por YPF fue del 1,7% promedio a nivel nacional el 1° de abril,
por debajo del 1,9% de marzo. Los incrementos respondieron principalmente a la
actualización del Impuesto a los Combustibles Líquidos y al Dióxido de Carbono,
además de ajustes de costos internos.
“Los
precios no están atados a la inflación”, aclaró Marín, en referencia al dato
del IPC de marzo (3,7%), y sostuvo que los combustibles se ajustan según la
cotización del crudo internacional, la carga tributaria y el tipo de cambio.
En relación
con la estructura de precios, el ejecutivo de YPF indicó que hoy el valor de
los combustibles en Argentina está muy cerca del nivel de import parity —la
referencia internacional de precios—, con una diferencia de apenas el 1%.
También destacó que hay provincias y ciudades donde aún existen distorsiones de
precios que la petrolera está intentando corregir. “En la Ciudad de Buenos
Aires, la nafta costaba un 15% menos que en La Matanza por subsidios a
estacioneros del conurbano, una locura. Eso se está normalizando”, explicó.
Actualmente,
el precio del litro de nafta en Argentina ronda los U$S1,1, ubicando al país
como el tercero más caro de Sudamérica, solo por detrás de Uruguay (U$S1,8) y
Chile (U$S1,2), según datos internacionales.
En este
contexto, una eventual baja en los combustibles dependerá de que se mantenga la
caída del petróleo, pero también de que el Gobierno no aumente nuevamente la
carga tributaria, ya que los impuestos representan más del 40% del precio final
que paga el consumidor en el surtidor.