CULTURA | Internacionales | 06/09/2018
Waters es un bajista, cante y compositor. Asistió al colegio en Cambrigde con Syd Barrett. David Gilmour, que sustituyó a Barrett, vivía en el mismo barrio. Con el baterista Nick Mason y el tecladista Richard Bright estudió arquitectura en Londres.

"Is this the life we really want?" (¿Es ésta la vida que realmente queremos?) tituló Roger Waters su primer álbum en solitario después de 25 años. Desde su pelea con el cantante de Pink Floyd, David Gilmour, la pregunta flota en el aire como el legendario cerdo volador sobre su espectáculo. Y quizá Waters, que este jueves cumple 75 años, también se cuestione el rumbo de su vida cuando echa la vista atrás.



Su padre, a quien homenajeó con el disco "The Final Cut" (1983), murió en la Segunda Guerra Mundial cuando Waters sólo tenía un par de meses. Su madre era profesora y estaba comprometida con los derechos humanos. "Crecí con Aldous Huxley, George Orwell y H. G. Wells", recuerda el músico. No es de extrañar que ya durante su etapa escolar se declarara en contra de las armas nucleares, el comienzo de una conciencia política que le ha conducido a tantas controversias.

La legendaria banda Pink Floyd fue fundada por amigos de juventud: Waters fue al colegio en Cambrigde con el cantante Syd Barrett. David Gilmour, que sustituyó a Barrett después de que éste dejara el grupo, vivía en el mismo barrio. Con el baterista Nick Mason y el tecladista Richard Bright estudió arquitectura en Londres. Al principio, la música no estaba en primer plano. "Comencé con el rock"n roll porque quería follar", reveló Waters años más tarde a la revista musical "Rolling Stone".

La banda forma parte de la historia de la música, sobre todo, después de que Barrett fuera sustituido por Gilmour. Aunque sus inicios fueron casi punkis, pronto representaron todo lo que no era punk: musicalmente versados, conceptualmente ambiciosos y -con más de 250 millones de discos vendidos- muy ricos. El cantante de Sex Pistols, Johnny Rotten, ponía entonces un "Odio a" en su camiseta de Pink Floyd, pero en 2010 admitió a la revista cultural británica "The Quietus": "Tienes que ser un tonto para decir que no te gusta Pink Floyd”.



Los héroes psicodélicos de los años 60 se transformaron en maestros electrónicos y rockeros emocionales con "The Dark Side of the Moon" (1973) y "Wish you were here" (1975). Pero durante los siguientes álbumes "Animals" (1977), con la icónica central eléctrica de Battersea en la portada, y la obra maestra de Waters "The Wall" (1975) comenzó una pelea de décadas entre los dos egos de Gilmour y Waters.

"Roger está sentado sin hacer nada y excreta sus ideas sobre lo que ocurre en el mundo. A mí me gusta lo que decimos aunque no siempre pienso que él lo diga muy bien", declaró Gilmour entonces a "The Guardian". Waters le devolvió el golpe poco después en una legendaria entrevista con "Rolling Stone": "Para Gilmour, Mason o Whright no tiene sentido escribir letras porque nunca serán tan buenas como las mías. Las letras de Gilmour son muy malas. Siempre lo serán".




Tras "The Final Cut", Waters abandonó el grupo a mediados de los años 80 para seguir trabajando en solitario, partiendo de la base que Pink Floyd no podría seguir existiendo sin él. Pero la banda continuó de todas formas. Waters denunció a Gilmour sin éxito.

 


 

Por aquel entonces debió de ofenderle especialmente que su carrera en solitario estuviera muy por detrás del éxito de sus antiguos compañeros en términos comerciales: ellos llenaban estadios con su nuevo álbum "A Momentary Lapse of Reason", mientras que él sólo actuaba en pequeños teatros con "Radio K.A.O.S.". En cambio, tras caer el muro de Berlín actuó en el gran espectáculo "The Wall – Live in Berlin" junto a destacados músicos invitados y ante cientos de miles de espectadores.

En 2005, tras más de 20 años de enemistad, Pink Floyd volvió a reunirse de nuevo por completo sobre el escenario una única vez. Fue en el concierto "Live 8" De Bob Geldorf en el londinense Hyde Park. "Estoy tan contento de que lo hayamos hecho antes de que Rick (Wright) muriera. No sellamos realmente la paz pero fue una última actuación y la disfruté mucho", dijo Waters a la plataforma neozelandesa "Stuff".

Una sentencia indulgente del carismático y cínico Waters, a quien sus antiguos compañeros describieron como "tirano" y "ególatra". Desde hace décadas denuncia el autoritarismo, la guerra, el control y el abuso de poder. Y en su último trabajo también las "fake news" y la presidencia estadounidense de Donald Trump. "Vivimos en 1984", alertó en "Stuff" en referencia al bestseller apocalíptico de Orwell.



Pero ni a punto de cumplir los 75, Waters evita las controversias y las discusiones: desde hace años está tan comprometido con los palestinos y contra el Estado de Israel que a menudo es acusado de antisemitismo. El músico es un destacado activista del movimiento de Boicot, Desinversiones y Sanciones (BDS) a Israel, país al que acusó en 2012 de "limpieza étnica", "apartheid" y "crimen internacional" en un discurso ante Naciones Unidas.

En sus conciertos mostró la estrella de David en un controvertido contexto, eliminó partes ambiguas de sus letras sólo por la presión de los productores y utiliza su gira mundial actual "Us + Them" no sólo para insultar a Trump, sino también para denunciar la política israelí.