SALUD | Internacionales | 24/01/2023
La vacuna para prevenir el VIH deberá esperar unos años más: el auspicioso proyecto Mosaico que reunía voluntades y capacidades científicas, entre ellas las de Argentina, fue cancelado.

A la fecha, los ensayos se realizaban en naciones de tres continentes y en casi 4 mil voluntarios. Según los referentes del trabajo, aunque la vacuna a prueba “era segura, no brindaba protección”. La decisión fue tomada por un comité independiente de monitoreo que analizó la eficacia y no quedó conforme con los resultados.

La decepción corre en paralelo a las expectativas que había generado: se trataba de uno de los candidatos que más confianza había despertado, porque era el único que en los últimos 10 años había alcanzado esta fase de desarrollo. ¿Por qué fracasó? ¿Cuánto habrá que esperar para contar con una herramienta similar? Anthony Fauci, uno de los principales científicos del mundo y asesor del gobierno de Estados Unidos durante la pandemia, señaló que aunque la situación es “decepcionante”, el planeta no debe dejar de intentar la búsqueda de una solución para este virus.

Una noticia frustrante

Además de Brasil, España, Estados Unidos, Italia, México, Perú y Polonia, las pruebas se llevaban a cabo en Argentina. Desde aquí, la Fundación Huésped se ubicaba como uno de los centros de referencia durante el procedimiento. “Pasó lo que pasó: después de que los voluntarios recibieron la cuarta dosis de la vacuna (eran seis en total), se realizó un análisis interino a cargo de un grupo de expertos independientes. Evaluaron la situación y llegaron a dos conclusiones. La primera es que no había más efectos adversos en la vacuna que en la rama placebo, con lo cual era segura; pero que, lamentablemente, la incidencia de nuevos casos de VIH en la rama placebo y en la que recibió la vacuna no fueron estadísticamente significativos”, dice Pedro Cahn, director científico de Huésped. Y luego continúa: “Así es como determinaron la futilidad, es decir, que no había razón por la cual continuar con el estudio. Recomendaron la suspensión, cosa que se hizo de inmediato”.

La plataforma vacunal había sido diseñada por Janssen (que forma parte de Johnson y Johnson) en colaboración con el gobierno de Estados Unidos, y se encontraba en la última fase de ensayos clínicos, por lo que desde hacía tiempo significaba una enorme esperanza para la comunidad científica y, sobre todo, para los pacientes que alrededor del planeta estaban a la espera de una nueva herramienta para combatir el VIH. Al respecto, Cahn destaca: “Por supuesto que la noticia es frustrante pero eso no nos tiene que llevar a conclusiones erróneas. Tenemos que seguir buscando una vacuna porque, junto con el agua potable, son las herramientas que han salvado la mayor cantidad de vidas. Mientras tanto, tenemos herramientas que hay que utilizar mucho más: educación sexual integral, promoción del uso del preservativo y el acceso mejorado de testeo para el tratamiento inmediato tras la detección”.

¿Era esperable?

“Es algo que se veía venir. Hace un tiempo hubo otro ensayo muy parecido denominado ‘Imbokodo’. Se probó una vacuna similar en mujeres africanas, que incluía un anillo vaginal y se tuvo que parar porque si bien era segura no ofrecía eficacia”, observa Gabriela Turk, investigadora del Conicet en el Instituto de Investigaciones Biomédicas en Retrovirus y Sida (INBIRS).

Los ensayos con esta tecnología de Janssen se habían iniciado en 2019. De acuerdo al perfil epidemiológico, principalmente, se habían reclutado mujeres transgénero y hombres que mantienen relaciones sexuales con otros hombres, que tenían entre 18 y 60 años. Se denominaba “Mosaico” porque combinaba varias proteínas del virus de VIH (retazos de experiencias anteriores fallidas) y se las agregaba a un vector, un adenovirus, que en teoría podía haber funcionado para despertar la respuesta del organismo. Durante el proceso, los participantes fueron inoculados con seis inyecciones a lo largo de un año. La fórmula, según se preveía, sería efectiva para proteger a las personas frente a la enorme diversidad viral que el VIH presenta. No obstante, nada de esto ocurrió.

En paralelo, desde 2021, Moderna –la farmacéutica de EEUU que también desarrolló la vacuna contra covid-19– informó el inicio de la fase 1 de los ensayos clínicos con una plataforma vacunal de ARN mensajero. En este caso, el propósito es evaluar seguridad e inmunogenicidad en 56 personas con VIH negativo, de entre 18 y 56 años.