SALUD | Internacionales | 30/05/2023
La pelusilla que se genera en el ombligo puede tener una función higiénica recogiendo una gran cantidad de bacterias.

¿Quién no se ha levantado la camiseta alguna vez y se ha visto sorprendido por una bola de pelusa en el ombligo? Para algunas personas, sobre todo en hombres, será bastante habitual encontrarse esta fiel acompañante en su cuerpo al final del día. Sin embargo, por más que lo piensa, no entiende cómo se ha formado en tan poco tiempo si por la mañana no estaba ahí. Este misterio que a simple vista puede parecer tan absurdo fue resuelto por la ciencia hace bastantes años.

El investigador Georg Steinhauser, de la Universidad Tecnológica de Viena, se pasó cuatro años de su vida recolectando su propia pelusa del ombligo para luego analizarla meticulosamente. En 2005 se puso a recoger estos restos y consiguió 503 muestras de su propia pelusilla. En la gran mayoría de los casos, y solamente con echarle un vistazo, se dio cuenta que las pequeñas bolas tenían el mismo color que sus camisetas. Con este análisis ocular ya se pudo hacer una idea de lo que iba a encontrar cuando comenzara el análisis científico.

Material de algodón, piel y bacterias

Steinhauser analizó químicamente una muestra de la pelusa de su propio ombligo y descubrió que coincidía con la composición de la camiseta que llevaba ese día. Pero esta mullida pelota no estaba hecha simplemente de algodón. También había compuestos de nitrógeno y azufre. Según el investigador, estos contaminantes probablemente procedían del sudor y de la piel muerta. Todos estos elementos forman una materia parecida al fieltro.

En esta masa, según Steinhauser, también hay una gran cantidad de bacterias procedentes del ombligo. Los resultados definitivos de estos años de investigación fueron publicados en 2009 en la revista científica Medical Hypotheses. El proyecto Belly Button Diversity Project de la Universidad de Carolina del Norte, publicado en PLOS ONE, lo confirmó tras encontrar alrededor de 2.400 tipos de bacterias — más de la mitad desconocidas hasta el momento— en 60 pelusillas.

De esta manera, se ha concluido que la pelusilla del ombligo puede llegar a tener una función higiénica, pues es capaz de capturar las bacterias que se encuentran dentro del ombligo. Por lo tanto, cuando alguien se saca la pelusa, al mismo tiempo, se está librando de una gran cantidad de bacterias. Aunque solo de forma temporal, claro.  

El sexo importa en el ombligo

Karl Kruszelnicki, investigador sueco de la Universidad de Sydney, es otro de los científicos que han dedicado parte de su vida a investigar sobre este fenómeno tan peculiar. Gracias a su estudio consiguió ganar en 2002 un premio Ig Nobel, uno de esos galardones que son entre un premio y una broma, que se concede a investigaciones que "primero te hacen reír y luego te hacen pensar”.

En su investigación, en la que analizó 4.000 muestras, concluyó, igual que lo hizo Steinhauser años más tarde, que el vello en el abdomen favorece la aparición de la pelusa ombligal. Pidió a algunos de los voluntarios que se depilaran y otros que mantuvieran sus barrigas al natural. Los resultados fueron claros: estas bolas son más propensas en aparecer en personas con vello abdominal.

Esto es así porque el pelo raspa las pequeñas fibras de la camiseta, las recoge y las redirige hacia la cicatriz abdominal. En este sentido, es un fenómeno más habitual en hombres que en mujeres, que no suelen tener pelo en el abdomen. Además, llevar piercings en el ombligo, un complemente ligado a las mujeres, impide que se formen estas masas.