Con el rechazo, el proyecto no podrá
volver a ser tratado en este año parlamentario, aunque los promotores de la ley
se ufanan de haber instalado el debate en la sociedad y, probablemente, forme
parte de la agenda de la campaña electoral de 2019.
La media sanción de Diputados que se
puso a consideración proponía la legalización de la interrupción voluntaria del
embarazo hasta la semana 14 de gestación, que debería atenderse en todas las
instituciones públicas y privadas de salud, dentro del Programa Médico
Obligatorio (PMO), como una prestación básica de salud. Los impulsores del
proyecto alegaron que en el país hay entre 47 mil y 52 mil hospitalizaciones al
año a consecuencia de abortos clandestinos mal realizados, y decenas de mujeres
(43 en 2016, según estadísticas oficiales) mueren por esa causa.
Del otro lado, con la consigna
“salvemos las dos vidas” y el llamado a proteger “la vida desde la concepción”,
los senadores antiabortistas consolidaron su mayoría sobre todo con el aporte
de las provincias del Norte y la influencia de la Iglesia Católica, que jugó
fuerte en este debate, como no lo había hecho en Diputados.
“Tanto la propuesta de Diputados como
las modificaciones que se proponen son increíblemente exageradas: se pasa de
convertir algo que es un delito en algo que es una obligación, lo cual es un
poco exagerado”, afirmó el macrista Federico Pinedo, presidente provisional del
Senado, para alimentar los argumentos del rechazo a la media sanción. Aunque
reconoció causales de aborto (aludió a la reforma del Código Penal de 1921),
sostuvo que la Constitución “no permite arbitrariamente privar de la vida a un
niño por nacer”.
Otro oficialista que rechazó el
proyecto, Julio Cobos, de la UCR, sostuvo que “no podemos aceptar que
interrumpir la vida es una solución”, argumentó. Al chaqueño Angel Rozas, jefe
del bloque radical, no le torció el “no” la presión de los jóvenes radicales y
contó antes de la sesión que les había replicado que la decisión era
“personal”, ya que el partido no se había pronunciado. Cuando le tocó el turno
lamentó que no haya prosperado el proyecto que presentó en marzo junto a Luis
Naidenoff -jefe del interbloque Cambiemos- para que se llame a una consulta
popular sobre el aborto.
Por el lado del “sí”, el peronista
entrerriano Pedro Guastavino, titular de la Comisión de Justicia, indicó que
“me lo pasé atajando y esquivando crucifijos de un sector de la Iglesia que
quizás sea el mismo que cuando nos desaparecían daba vuelta la cara”. También
las kirchneristas Nancy González (Chubut) e Inés Pilatti Vergara (Chaco)
tuvieron duros discursos hacia la Iglesia. La chaqueña contó algo común a otros
legisladores: que sus hijos (en su caso varones, de 26 y 28 años) “me sentaron,
me abrieron la cabeza, el corazón y los ojos para que pueda entender este tema
en su real complejidad”.
Cristina Kirchner llegó al recinto
pasado el mediodía. Vestía tapado negro y al ingresar se limitó a decir “muchas
gracias” cuando la prensa le preguntó sobre el pedido de allanamiento a sus
domicilios que requirió el juez Claudio Bonadio en el marco del caso de “los
cuadernos de las coimas” . Pese a que en su gobierno frenó el debate, ya había adelantado
su votó favorable. En su bloque, Unidad Ciudadana, sólo la rionegrina Silvina
García Larraburu votó en contra.
A la hora de su discurso, pasada la 1
de la madrugada, sostuvo: «Si yo tuviera la certeza de que votando
negativamente o rechazando la media sanción no habrá más abortos en Argentina,
no tendría ninguna duda en levantar la mano. Estamos rechazando un proyecto sin
proponer nada alternativo y la situación va a seguir siendo la misma». Y contó
que no fue la militancia feminista de su hija Florencia la que la hizo cambiar
de idea sino «las miles de chicas que están en la calle».
A continuación de la ex presidenta,
habló Miguel Ángel Pichetto, en su rol del presidente del bloque justicialista.
Y no dudó en apuntar a Cristina por no haber avanzado durante su gestión con el
derecho al aborto legal, seguro y gratuito y le recordó su posición contraria
en la Convención Constituyente de 1994.
«Votamos por la ampliación de
derechos y hemos votado el matrimonio igualitario, que es una instancia
superadora, superior a la interrupción del embarazo, que debería haber sido
previo incluso. Este tema se nos pasó, debemos hacer una autocrítica». Y
cerró: «Hoy gana el no pero el futuro no le pertenece».
El ex presidente Carlos Menem estuvo en
la apertura de la sesión y se retiró antes de la medianoche. Aunque muchos
creían que su ausencia era definitiva, reapareció más tarde, pero no hizo uso
de la palabra. Y cómo había anticipado, votó en contra
El santafesino Omar Perotti abogó por
su proyecto alternativo para que se aplique el “protocolo” que ordenó la Corte
Suprema sobre las excepciones a la penalización del aborto. El apoyo a esa
postura fue sondeado por sectores de los “verdes” que buscaban una salida que
evitara la derrota, aunque Miguel Pichetto, jefe del bloque del PJ e impulsor
de la ley, pidió sostener los cambios consensuados con los tres senadores
cordobeses y avalados por las mujeres de la campaña nacional por el aborto
seguro. Perotti estaba indeciso y adelantó que optaba por la abstención.
El cordobés Ernesto Martínez, que
elogió al “Senado de la modernidad” de 1921, que legisló el aborto no punible,
se refirió a los cambios que propició junto sus coterráneos, el peronista
Carlos Caserio y la macrista Laura Rodríguez Machado. “Actuamos de buena fe,
pero nos equivocamos, no advertimos que estábamos ante las apetencias de un
sectarismo insaciable”, dijo.
La radical mendocina Pamela Verasay
apuntó contra “los que dicen defender la vida y nos amenazan de muerte”. Sólo 4
de los 13 senadores de la UCR apoyaron la ley.
Inés Blas también exhibió la tensión
cuando ratificó su rechazo, y puso a disposición su renuncia a la presidencia
de la Banca (comisión) de la Mujer. En tanto que Fernando Solanas, de Proyecto
Sur. dijo que “se opone a esto los sectores más reaccionarios. Son los mismos
que se opusieron al matrimonio igualitario y al divorcio”.