El Gobierno siguió con atención durante todo el día la
convención radical, que pasadas las 20.00 ratificó la pertenencia en Cambiemos
y abrió un canal de negociación -vía «comisión»- para ampliar la base
electoral y la toma de decisiones. Cornejo fue exacto y contundente: sin
modificaciones en el diseño de la política oficial, Cristina derrota a Macri y
vuelve el populismo.
El PRO ahora se alista para negociar con sus aliados la
conformación del frente electoral y el cierre de listas. La Casa Rosada está
dispuesta a escuchar ofertas por la vicepresidencia, «mientras reúna
ciertas condiciones» políticas, remarcaban anoche en las cercanías de
Macri. Y ratificaban sin dudar: «Mauricio tiene la última palabra».
El Gobierno siguió la convención durante todo el día a
través del WhatsApp. Marcos Peña y Rogelio Frigerio fueron de los más activos.
El ministro del Interior, de hecho, recibió a última hora en su despacho al
gobernador Gustavo Valdés, de Corrientes, del sector más conciliador. Ausente
con aviso -tenía desde hace tiempo pautado un viaje por Europa-, Enrique
«Coti» Nosiglia, inoxidable operador radical, monitoreaba las
negociaciones desde su teléfono. Los últimos días, dirigentes de uno y otro
partido se cruzaron en intensas conversaciones.
Macri fue uno de los últimos en abandonar Balcarce 50:
sucedió cerca de las 18.30, cuando la discusión de Parque Norte entraba en su
etapa final. Unos minutos después bajaba Gabriela Michetti por la explanada de
la calle Rivadavia, quien todavía está en carrera como eventual acompañante del
presidente a la búsqueda de la reelección.
Para el Gobierno, el encendido discurso de cierre de Cornejo
era esperable, a pesar de que acentuó la necesidad de «corregir los
errores políticos garrafales» y le pidió a Macri que sea «tolerante
con las diferencias» y que respete al «radicalismo nacional».
Una frase de Cornejo impactó en el primer piso del Gobierno: «Qué dejen de
extorsionarnos con que no podemos hablar en público por las diferencias que
tenemos», disparó.
Pasada la convención, desde la cúpula del PRO decían que
ahora será el turno de la discusión electoral, en la que el macrismo querrá
llevar la voz principal. Aunque en el entorno presidencial resaltaban otro
dato: con el dólar estable, y el congreso radical atrás sin mayores chispazos,
los trascendidos en torno a la candidatura del jefe de Estado empiezan a
sepultarse por completo. Eran versiones que todavía tenían a maltraer a Macri y
a su círculo más íntimo.
El perfil de los dos primeros no parece convencer del todo a
Macri. Más allá del coqueteo, al PRO nunca le agradó la salida del economista y
ex ministro K de la embajada en Washington, y el desafío abierto desde la gira
asiática del último verano de convocar a elecciones primarias. Tampoco es del
agrado de Elisa Carrió, que volverá el sábado de una gira por el interior del
país.
En el caso de Cornejo, para Macri directamente no es de
fiar. Negri tiene un buen vínculo con el Presidente y con su jefe de Gabinete.
Sanz volvió a sonar como una opción, aunque en privado les avisó a sus
colaboradores que estaba «retirado».
Tras la convención radical, en Gobierno se marcó la cancha
para negociar con la UCR: nuevo método para fijar políticas de Estado, la
posibilidad de integrar la fórmula presidencial con Macri a la cabeza y una
integración equilibrada de las listas parlamentarias. Ni más, ni menos.