De ese valor se desprenden varios indicadores que marcan
dura la realidad que los menores transitan en un país. En el caso de la
alimentación, mientras un 29,3% tiene déficit en sus comidas, un 13% pasó
hambre durante 2018, cita el documento que destaca además que crece de manera
constante la asistencia a comedores infantiles alcanzado el 35%.
“Las crisis socioeconómicas como la actual pegan con
especial dureza en las infancias. El efecto que tiene sobre el ejercicio de
derechos básicos como el alimentario no es el mismo que en otros períodos de la
vida”, advierte en dialogo con ámbito.com Ianina Tuñon, Investigadora
Responsable del Barómetro de la Deuda Social de la Infancia.
Las cifras, que son de finales del año pasado, podrían
acrecentarse en un contexto de mayor recesión e incertidumbre económica y con
una inflación proyectada en 40% para este año. El último índice de pobreza del
INDEC marcó 32% en el segundo semestredel año pasado, el mismo nivel con el que
comenzó en 2015 el gobierno de Cambiemos y dado este contexto el nivel de
pobreza seguiría en ascenso. En el caso de la niñez el número es mayor porque
se trata de una medición multidimensional, no solo en base al precio de la
canasta básica.
El trabajo del barómetro analiza inequidades asociadas a
cada dimensión de los derechos del niño, por eso se relevaron datos sobre
alimentación, salud, hábitat, subsistencia (pobreza), crianza y socialización,
información, educación y trabajo infantil.
Los pilares por los que se debe analizar la pobreza son
alimentación, hábitat y salud y nuevamente este año fueron los indicadores que
arrojaron números más preocupantes. La investigación se viene desarrollando
desde 2010 anualmente.
Pobreza y alimentación
La medición arroja que en 2018 la pobreza monetaria en la
infancia y adolescencia alcanzó al 51,7% y es la cifra más elevada de la
década. En tanto, se estima que 10,2% son indigentes. Es decir, que en el
último período interanual se incrementó la pobreza infantil pasando del 48,1%
al 51,7%, según las estimaciones de la EDSA.
En cuanto a la distribución geográfica, en el Conurbano
Bonaerense mostró el mayor índice ya que la pobreza alcanza al 63,6% de los
niños, lejos del 54,2% del año anterior. En tanto, 15,4% son indigentes.
Por ello, Tuñon alerta que “la pobreza monetaria presenta
mayor volatilidad pero tiene efectos en el acceso a una alimentación adecuada”.
“La inseguridad alimentaria implica mal nutrición y como sabemos tiene efectos
en otros aspectos del desarrollo infantil y el ejercicio de otros derechos,
completa.
El aumento de la pobreza se equipara con la mala
alimentación. Así en 2018 un 29,3% sufrió algún déficit de alimentación
mostrando una fuerte suba de la medición anterior donde se ubicaba en 21,7%. En
tanto, un 13% registró el nivel más elevado de carencia, es decir pasaron
hambre. Además se detectó que de ese universo de niños un 35% asiste a
comedores escolares.
“La pobreza infantil sigue una tendencia en ascenso desde el
2011, pero en 2018 alcanza la cifra más elevada de la década”, destaca el
informe y advierte que otras medidas directas de pobreza son indicativas de un
problema estructural que se ha agravado en los últimos años. Y focalizan en el
incremento de la inseguridad alimentaria.
Hábitat y salud
El informe advierte que la mitad de la infancia y
adolescencia reside en espacios barriales nocivos en términos de la
contaminación ambiental, sin embargo refleja que hubo leves avances en los
últimos tres años.
Otros números que preocupan son que la precariedad en la
construcción de la vivienda afectó en 2018 a casi el 24% de la infancia, la
situación de hacinamiento al 23,4%, y las carencias en el espacio del
saneamiento al 41,9%, en el tercer trimestre del año pasado. Este último
indicador mantiene una evolución positiva.
Según evalúa el trabajo de la UCA, “los indicadores de
déficit del hábitat de vida son elevados y sostenidos en su evolución en el
tiempo, salvo el déficit en las condiciones de saneamiento que sigue una
tendencia positiva y con merma de la desigualdad”.
Además, el trabajo analiza que en los últimos tres años, la
cobertura de salud pública se incrementó en alrededor de un 10% a nivel de la
infancia y adolescencia entre 0 y 17 años. Sin embargo, el 55% tiene como única
opción para la atención de su salud el servicio público, alcanzando el 63% en
el Conurbano Bonaerense. Por último, se estima que el 44% de los chicos en 2018
no realizó una consulta al odontólogo.
Otras variables
Según las estimaciones de la EDSA, en 2018, un 47,7% de los
niños no tuvo acceso a un servicio de Internet en sus viviendas. “Si bien, la
evolución de este indicador muestra importantes logros, una merma entre 2010 y
2018 de un 35%, también es real que dichos avances se han tendido a estancar en
los últimos años”, explica el informe.
En cuanto a la educación, la abrumadora mayoría de los
escolarizados en la primaria asiste a escuelas de jornada simple, lejos de
alcanzar la meta del 30% especialmente orientada a los sectores sociales más
vulnerables. El 67% de los que asisten a primaria y secundaria lo hacen en
escuelas de gestión pública.
Por último, el trabajo infantil urbano siguió una tendencia
a la baja en buena parte de esta década, pero revirtió su ritmo en el último
período interanual alzando un 15.5%. “Lo notable es que dicho incremento se
advierte en las infancias y adolescencias de estratos medios y medios altos”,
finaliza el documento.
El dato
Esta tarde, el Observatorio de la Deuda Social Argentina de
la Universidad Católica Argentina presentará este informe “Infancia (s).
Progresos y retrocesos en clave de desigualdad”. El acto será las 15.30 en el
Auditorio Santa Cecilia. La dinámica estará a cargo de la Ianina Tuñon,
Investigadora Responsable del Barómetro de la Deuda Social de la Infancia y
Sebastián Lipina, Unidad de Neurobiología Aplicada (CEMIC-CONICET) quien
participará de una mesa de intercambio que será moderada por María Inés García
Ripa, Decana de la Facultad de Psicología y Psicopedagogía de la UCA.