Se trata de una obra del género absurdo, donde el autor utiliza el diálogo disparatado para mostrar la absurdidad de la vida cotidiana a través del colapso de la semántica.La obra pertenece a Eugéne Ionesco y se encuentra bajo la dirección de Juan Carlos Staudt, los seis personajes que componen las escenas harán reír, desesperar y reflexionar sobre «el hablar para no decir nada, el hablar porque no hay nada personal que decir, una ausencia de vida interior, la mecánica de lo cotidiano, el hombre inmerso en su medio social sin diferenciarse de él», según las propias palabras de Ionesco.
Con la excepción de Samuel Beckett, ningún dramaturgo contemporáneo ha dado lugar a una gama tan variada de interpretaciones críticas como Eugène Ionesco.
El significado de sus obras no es nunca explícito. Su trabajo se caracteriza, al contrario, por lo que se podría denominar vaguedad intencionada.
Ionesco se concentra principalmente en mostrar la soledad en que se encuentran los seres humanos y la insensatez de las acciones cotidianas que constituyen la mayor parte de su existencia terrena.
Sus dramas, dicho de otra forma, están llenos de sentidos posibles, pero vacíos de soluciones y de finalidades polémicas específicas. Ionesco no adopta ningún punto de vista porque cree que todos los puntos de vista son inútiles.