Milei retrasa los vetos y negocia con los gobernadores para blindarlos en Diputados y evitar una nueva derrota

13 de julio de 2025

El Presidente aún no firmó los vetos y busca apoyo para evitar que el Congreso los rechace. Gobernadores dialoguistas exigen una oferta concreta del Gobierno para dar el brazo a torcer.

La estrategia del Gobierno para enfrentar la avanzada opositora en el Congreso se juega al límite del calendario. Javier Milei decidió postergar hasta último momento la firma de los vetos contra la reforma jubilatoria, la moratoria previsional y la emergencia en discapacidad, tres proyectos aprobados por el Senado que el Ejecutivo considera inviables fiscalmente.

Mientras tanto, la cuenta regresiva ya comenzó, aunque el Poder Ejecutivo aún no fue notificado formalmente de la sanción. Desde el oficialismo admiten que se trata de una jugada similar a la utilizada en 2024, cuando Milei vetó la suba de fondos para universidades y el aumento a los jubilados, también en el límite del tiempo permitido.

Guillermo Francos, jefe de Gabinete, quedó al frente de la nueva ronda de negociaciones con los gobernadores. Tras los duros ataques de Milei, que los acusó de querer «destruir al Gobierno», Francos moderó el discurso: «No todos son lo mismo. Algunos administran con más responsabilidad«, deslizó, y adelantó que se trabaja para reunir los votos necesarios en alguna de las dos cámaras.

El objetivo es claro: evitar que Diputados y Senado consigan los dos tercios que necesitan para rechazar el veto presidencial. En este tablero, la Cámara Baja aparece como el terreno más fértil para el oficialismo, donde algunos gobernadores aliados tienen mayor peso.

El rol de los gobernadores

Entre los mandatarios dialoguistas que podrían aportar respaldo en Diputados se cuentan Carlos Sadir (Jujuy), Gustavo Sáenz (Salta), Marcelo Orrego (San Juan), Claudio Poggi (San Luis) y Maximiliano Pullaro (Santa Fe). Todos ellos tienen mayor control sobre sus bloques en la Cámara Baja que en el Senado. Algunos, como Sáenz, incluso se dejaron ver recientemente en Casa Rosada, en una foto junto a Karina Milei.

Otros gobernadores de Juntos por el Cambio, como Rogelio Frigerio (Entre Ríos), Alfredo Cornejo (Mendoza) y Leandro Zdero (Chaco), ya colaboraron con el oficialismo ordenando la ausencia de sus legisladores en votaciones clave. A ellos se suman Ignacio Torres (Chubut) y Hugo Passalacqua (Misiones), que optaron por la abstención.

El tucumano Osvaldo Jaldo y el catamarqueño Raúl Jalil, considerados los peronistas más cercanos a Milei —»peronistas con peluca», según algunos analistas—, sorprendieron al alinear a sus senadores con el voto opositor. Resta saber si repetirán la jugada en Diputados o volverán al redil libertario.

Malestar en las provincias

En paralelo a los vetos, el Gobierno enfrenta otro frente abierto: el enojo de los gobernadores por la falta de una propuesta formal para evitar el avance de los proyectos opositores que tocan recursos coparticipables. Se trata de la iniciativa para repartir los Aportes del Tesoro Nacional (ATN) y otra para coparticipar el impuesto a los combustibles líquidos. Ambas lograron media sanción en el Senado y podrían costarle al Ejecutivo cerca de dos puntos del PBI.

En ese contexto, la fallida oferta que hizo el secretario de Hacienda, Carlos Guberman, fue recibida con ironía. «Fue una joda», dicen desde los equipos económicos provinciales. Exigen que Nación reconozca que son recursos genuinos de las provincias y que su transferencia no afecta ni el superávit fiscal ni las metas con el FMI.

Mientras el Gobierno intenta contener la rebelión de los gobernadores, en el kirchnerismo no bajan la guardia. A pesar de su cercanía con algunos mandatarios provinciales, desconfían de que mantengan su postura cuando llegue el momento de votar en Diputados. Apuestan, además, a las dificultades del oficialismo para construir acuerdos sólidos.

Milei, por ahora, juega al filo de la legalidad, administrando los tiempos y apostando a la fragmentación del peronismo y la necesidad de los gobernadores de mantener líneas abiertas con la Rosada. Pero la presión crece y el margen se achica. El veto aún no se firmó. Las negociaciones, sin embargo, ya están en marcha.