Los ruidos molestos generados por la pirotecnia sonora, afectaron a miles de personas, entre ellas animales, adultos mayores, personas con trastornos del espectro autista, y numerosos vecinos que sufrieron las consecuencias de la falta de un adecuado control municipal.
Aunque la prohibición de estos artefactos está en vigor, los festejos navideños se vieron empañados por el estruendo de los fuegos artificiales, que además de generar pánico en los animales, produjeron lesiones en algunas personas. En un hecho que refleja la ineficacia en la aplicación de la ley, la línea de denuncias habilitada por el municipio –que, según fuentes, no estuvo equipada para recibir la gran cantidad de quejas– fue desbordada, dejando a los ciudadanos sin respuesta ante la problemática.
Además, se reportaron varios puestos ilegales de venta de pirotecnia en distintos puntos de la ciudad, lo que pone en evidencia la ausencia de controles eficientes y la falta de acción de las autoridades. Los operativos de inspección parecen no haber sido suficientes, permitiendo que estos productos peligrosos llegaran a manos de personas sin escrúpulos, quienes los usaron sin pensar en las consecuencias para la salud pública y el bienestar de los más vulnerables.
Los posadeños lamentaron que, a pesar de las leyes y las advertencias, la falta de responsabilidad y la desidia social permitan que estas prácticas persistan. No solo se trata de un incumplimiento de la normativa, sino de una evidente falta de empatía hacia quienes sufren las consecuencias de estos ruidos. Los animales, que tienen una sensibilidad auditiva mucho más aguda que los humanos, vivieron una Navidad de terror, mientras que muchas personas mayores y quienes tienen condiciones como el autismo se vieron profundamente afectados por los fuertes estruendos.
Es necesario que las autoridades municipales, en conjunto con la sociedad, tomen cartas en el asunto de manera urgente. La prohibición de la pirotecnia sonora no solo busca proteger la tranquilidad de los vecinos, sino también preservar la salud física y emocional de toda la población. Es esencial que se fortalezcan los controles, se sancione a quienes incumplen la ley, y se eduque a la sociedad sobre el impacto negativo de estos productos.
La Navidad es un momento para el encuentro y la celebración, no para el sufrimiento y el descontrol. Es hora de que Posadas se comprometa a proteger a todos sus habitantes, actuando con responsabilidad y haciendo cumplir las normativas que existen para el bien común.