El último informe elaborado por Ecolatina sobre los datos de
la balanza comercial argentina, da cuenta que aunque el último trimestre arrojó
un saldo positivo, 2018 cerró con un déficit de u$s 3.800 millones.
Sin embargo, la consultora destaca que para este año
retornará el superávit comercial y sería próximo a u$s 7.000 millones.
En el comunicado señala que “en diciembre de 2018, el
intercambio comercial de bienes alcanzó un superávit mayor a u$s 1.300
millones, el más alto desde 2014”; resaltando que “el importante saldo positivo
fue consecuencia de un aumento de 15,4% interanual en las exportaciones, sumado
a una contracción de las importaciones de 27,1% interanual”.
Estos datos reflejan “un final de año impensado meses
atrás”, con lo que se debe analizar cómo fue la dinámica del comercio exterior
en los últimos meses para saber qué podría esperarse en 2019.
“En el cuarto trimestre la alicaída demanda interna y un
tipo de cambio competitivo, más un Brasil en franco proceso de recuperación
económica y apreciación cambiaria una vez pasadas sus elecciones, impulsaron a
las exportaciones, que escalaron 10% interanual en el período y orillaron u$s
16.000 millones. En sentido opuesto, las importaciones se desplomaron 25%
interanual”, explica la consultora.
Como resultado, Ecolatina informa que “se revirtió el rojo
de u$s 3.200 millones acumulado en octubre-diciembre de 2017 y se alcanzó un
superávit de u$s 2.600 millones”. De este modo, “2018 cerró con un déficit
comercial de bienes de u$s 3.800 millones (-0,7% del PBI), ajustando
sensiblemente al rojo de 2017 (u$s -8.300 millones)”.
Durante el comienzo de 2019 la dinámica sería bastante más
similar a la del último trimestre del año pasado.
En este marco, el análisis proyecta “que las exportaciones
crecerían en torno a 7% y las importaciones retrocederían alrededor de 10% en
el acumulado anual”.
De esta forma, “la balanza comercial de bienes retornaría a
terreno positivo luego de dos años ‘bajo cero’, registrando un superávit
cercano a u$s 7.000 millones”.
Para cerrar, se debe tener en cuenta “que la incertidumbre
electoral impactará de manera positiva en este frente: las presiones cambiarias
que traerían las elecciones impulsarían al tipo de cambio y, con él, a la
inflación”.
“Este combo negativo para el poder adquisitivo podría
golpear aún más a las compras externas a la par que apuntalaría la
competitividad cambiaria y posicionaría a las exportaciones como una salida
contracíclica. En consecuencia, lo que sería un ‘escenario pesimista’ para el
resto de las variables, actuaría de manera favorable en el frente externo”,
concluye.