EL RECLAMO COMPLETO:
Como
primera medida, resolvimos hacer esta declaración pública, para aclarar ante
los demás trabajadores y la ciudadanía en general nuestras reales condiciones
de trabajo a casi tres meses de cuarentena.
En
ese sentido, desmentimos el artículo publicado por el diario Territorio Digital
“Casi la totalidad de los estudiantes de la UNaM accedieron a las clases
online”, del 16 de mayo. Las afirmaciones allí vertidas desinforman y son
deshonestas con respecto a las circunstancias reales en que se realiza el
proceso de enseñanza-aprendizaje en el ámbito de la Universidad.
En
primer lugar, varios testimonios que pudimos recoger en la reunión dan cuenta
de apenas un 30% de conexión estudiantil a las propuestas virtuales de las
distintas cátedras en Humanidades y otras unidades académicas, sobre todo entre
los alumnos de los primeros años, donde se ve la menor cobertura. Son esos
alumnos, precisamente, los que más la necesitan por su insuficiente autonomía
en el estudio.
En
segundo lugar, las declaraciones de la rectora Bohrem y de la secretaria
Camors, que fueron las únicas que consideró el medio, confunden a la opinión
pública porque dan una imagen supuestamente positiva y de “normalidad” de un
proceso que significa mucha incertidumbre no sólo para los estudiantes, sino
también para los docentes, que fueron forzados a “adaptarse” a circunstancias
excepcionales sin la debida formación en servicio que debería haber
proporcionado la institución.
Además, en la nota se destaca la atención personalizada que implica el uso de los nuevos soportes, pero se omite la sobrecarga horaria laboral que esa atención significa para los trabajadores docentes en establecimientos con matrículas masivas.
Los docentes resignan su derecho a la desconexión y al horario laboral
limitado según dedicación para mantener el vínculo pedagógico con los
estudiantes. Una gran parte de estos, por otra parte, son del interior de la
provincia, donde abundan los problemas de conectividad y quedan fuera de
cualquier monitoreo adecuado, lo que contribuye a ampliar la brecha de
desigualdad en el acceso a la educación por parte de las familias pobres y
trabajadoras. El problema de conectividad también abarca a los docentes de esas
localidades, como los que trabajan en la Escuela Agrotécnica de Eldorado, por
ejemplo, a quienes también se les obliga a cumplir con el teletrabajo.
Las
distintas unidades académicas, por otra parte, no comparten las mismas
normativas en cuanto a la “virtualización forzosa”, lo que dibuja un panorama
dispar y caótico dentro de la propia Universidad. No hay reglas claras con las
cuales todos los trabajadores de la educación de la UNaM sepamos manejarnos y
esto se traslada a la población estudiantil, que tampoco sabe qué pasará con los
cursados realizados (los que pudieron acceder a ellos) y con las acreditaciones
de esos cursados. Como las correlatividades fueron levantadas, ni docentes ni
alumnos saben qué pasara con la promocionalidad de algunas materias en las que
algunos asistentes deben tres materias correlativas, como sucede en la Facultad
de Exactas, por ejemplo.
Por otra parte, los docentes realizan su tarea con recursos propios, tanto en lo que hace a los dispositivos empleados (que son todos personales o de uso familiar), como en cuanto a la conexión a Internet que cada uno debe abonar.
En
ningún caso la Universidad brindó las herramientas necesarias para asumir la
labor de educación a distancia para la cual, además, no está preparada ni en
infraestructura, ni en desarrollo de programación informática, ni en
planificación curricular, tal como ya lo advirtió un informe de la CONEAU al
respecto. Algunas de las plataformas “institucionales” que se pusieron a
disposición de los docentes, como las aulas virtuales Moodle y la aplicación
Cisco Webex o Jitsi para videollamadas no funcionan con la eficiencia que
deberían funcionar y no son extrañas las “caídas” fuera de servicio.
Además
del trabajo específico de enseñanza que realizamos, debemos formarnos a ritmo
vertiginoso en el mundo de las aplicaciones didácticas virtuales, lo que
significa otra dedicación horaria agregada, a la que se suma que no sólo
debemos acompañar a los alumnos en su aprendizaje sobre los distintos campos
disciplinares, sino que además debemos resolver todas sus dificultades con
respecto al manejo de esas aplicaciones didácticas. Se trata de una doble
alfabetización en todos los sentidos, lo cual colabora con el estrés docente.
Por
los mismos motivos, rechazamos la Ordenanza del Consejo Superior de la
Universidad Nacional de Misiones 003/2020 de “Excepcionalidades para las
actividades académicas en el marco del aislamiento social obligatorio”, que
entre otras cuestiones impone “desarrollar la totalidad de los contenidos o
núcleos prioritarios mediante formatos virtuales”, cuando, como dijimos, la
propia Universidad no ha creado ni las condiciones de infraestructura ni el
equipamiento necesarios para avanzar en este camino. Y también propone avanzar
en “realizar instancias de evaluaciones de trabajos prácticos, exámenes
parciales y finales”, cuando ni siquiera se discutió un protocolo para los
exámenes a distancia.
De ese modo pasamos repentinamente de un 30
por ciento como máximo de contenidos “a distancia” previsto en el Estatuto
universitario a un 100 por ciento debido a la “excepcionalidad”, y de brindar
“contención” a los estudiantes a evaluarlos y acreditarlos, sin que haya
terminado todavía la segunda fase del Plan de Contingencia que va hasta agosto.
En
ese sentido, queremos aclarar que, como educadores, consideramos que la
presencialidad es irreemplazable, y que ninguno de estos ensayos que se
realizan en la actualidad garantizan una real construcción del conocimiento
debido a la precariedad del vínculo pedagógico generado en estas
circunstancias.
Por
otra parte, la ordenanza del CS prevé el incremento, una vez más, de las cargas
laborales de los docentes, al establecer que “una vez finalizado el
aislamiento, social, preventivo y obligatorio, en caso de ser necesario,
establecerán modalidades complementarias que garanticen el desarrollo de los
contenidos de las asignaturas”. Este enunciado nos preocupa particularmente,
porque lo único que se ha previsto para el regreso a las aulas es cómo hacernos
trabajar más, y no cómo cuidar nuestra salud y nuestra integridad física.
El
retorno a las aulas como modalidad complementaria debe ser precedido de
garantías irrenunciables de higiene y seguridad que esta Universidad no está en
condiciones de proporcionar, debido al tamaño de las aulas, la cantidad de
alumnos, el estado de higiene de los baños, la falta de iluminación solar o
ventilación, etc. El Estado deberá proveernos, además, de todos los elementos
de protección y de la más alta calidad, teniendo en cuenta que trabajamos con
población joven que generalmente es asintomática para el virus. Por otra parte,
ese regreso implicará la movilización a través del transporte público para gran
cantidad de trabajadores de la UNaM, lo que significa un altísimo riesgo para
su salud, sin mencionar el hecho de que muchos tienen hijos a cargo, lo que
significará una nueva sobrecarga, principalmente para las mujeres, considerando
que la planta docente es en gran proporción femenina.
Todas
estas resoluciones, además, se han tomado o bien en forma inconsulta con las
asociaciones gremiales, o bien en consultas con los dirigentes que no son
comunicadas al resto de los afiliados; en cualquiera de los dos casos, sin
hacer partícipe de tales resoluciones a la totalidad de los trabajadores
docentes, agremiados o no agremiados.
Reclamamos,
por lo tanto, paritarias urgentes, con delegados paritarios elegidos libremente
en asambleas conjuntas de agremiados y no agremiados (virtuales o con medidas
de bioseguridad) para discutir las condiciones de trabajo a las que nos están
condenando las disposiciones de las autoridades universitarias y para exigir
adecuadas medidas de higiene y bioseguridad para la próxima etapa
pos-aislamiento.