EDUCACION | Provinciales | 14/06/2020
Trabajadores docentes de distintas unidades académicas de la Universidad Nacional de Misiones se reunieron el último jueves para intercambiar experiencias y opiniones acerca de nuestra situación a partir del aislamiento obligatorio y las disposiciones institucionales tomadas al respecto.

EL RECLAMO COMPLETO:



Como primera medida, resolvimos hacer esta declaración pública, para aclarar ante los demás trabajadores y la ciudadanía en general nuestras reales condiciones de trabajo a casi tres meses de cuarentena.

 

En ese sentido, desmentimos el artículo publicado por el diario Territorio Digital “Casi la totalidad de los estudiantes de la UNaM accedieron a las clases online”, del 16 de mayo. Las afirmaciones allí vertidas desinforman y son deshonestas con respecto a las circunstancias reales en que se realiza el proceso de enseñanza-aprendizaje en el ámbito de la Universidad.

 

En primer lugar, varios testimonios que pudimos recoger en la reunión dan cuenta de apenas un 30% de conexión estudiantil a las propuestas virtuales de las distintas cátedras en Humanidades y otras unidades académicas, sobre todo entre los alumnos de los primeros años, donde se ve la menor cobertura. Son esos alumnos, precisamente, los que más la necesitan por su insuficiente autonomía en el estudio.

 

En segundo lugar, las declaraciones de la rectora Bohrem y de la secretaria Camors, que fueron las únicas que consideró el medio, confunden a la opinión pública porque dan una imagen supuestamente positiva y de “normalidad” de un proceso que significa mucha incertidumbre no sólo para los estudiantes, sino también para los docentes, que fueron forzados a “adaptarse” a circunstancias excepcionales sin la debida formación en servicio que debería haber proporcionado la institución.

 

Además, en la nota se destaca la atención personalizada que implica el uso de los nuevos soportes, pero se omite la sobrecarga horaria laboral que esa atención significa para los trabajadores docentes en establecimientos con matrículas masivas.


Los docentes resignan su derecho a la desconexión y al horario laboral limitado según dedicación para mantener el vínculo pedagógico con los estudiantes. Una gran parte de estos, por otra parte, son del interior de la provincia, donde abundan los problemas de conectividad y quedan fuera de cualquier monitoreo adecuado, lo que contribuye a ampliar la brecha de desigualdad en el acceso a la educación por parte de las familias pobres y trabajadoras. El problema de conectividad también abarca a los docentes de esas localidades, como los que trabajan en la Escuela Agrotécnica de Eldorado, por ejemplo, a quienes también se les obliga a cumplir con el teletrabajo.

 

Las distintas unidades académicas, por otra parte, no comparten las mismas normativas en cuanto a la “virtualización forzosa”, lo que dibuja un panorama dispar y caótico dentro de la propia Universidad. No hay reglas claras con las cuales todos los trabajadores de la educación de la UNaM sepamos manejarnos y esto se traslada a la población estudiantil, que tampoco sabe qué pasará con los cursados realizados (los que pudieron acceder a ellos) y con las acreditaciones de esos cursados. Como las correlatividades fueron levantadas, ni docentes ni alumnos saben qué pasara con la promocionalidad de algunas materias en las que algunos asistentes deben tres materias correlativas, como sucede en la Facultad de Exactas, por ejemplo.

 

Por otra parte, los docentes realizan su tarea con recursos propios, tanto en lo que hace a los dispositivos empleados (que son todos personales o de uso familiar), como en cuanto a la conexión a Internet que cada uno debe abonar.

En ningún caso la Universidad brindó las herramientas necesarias para asumir la labor de educación a distancia para la cual, además, no está preparada ni en infraestructura, ni en desarrollo de programación informática, ni en planificación curricular, tal como ya lo advirtió un informe de la CONEAU al respecto. Algunas de las plataformas “institucionales” que se pusieron a disposición de los docentes, como las aulas virtuales Moodle y la aplicación Cisco Webex o Jitsi para videollamadas no funcionan con la eficiencia que deberían funcionar y no son extrañas las “caídas” fuera de servicio.

 

Además del trabajo específico de enseñanza que realizamos, debemos formarnos a ritmo vertiginoso en el mundo de las aplicaciones didácticas virtuales, lo que significa otra dedicación horaria agregada, a la que se suma que no sólo debemos acompañar a los alumnos en su aprendizaje sobre los distintos campos disciplinares, sino que además debemos resolver todas sus dificultades con respecto al manejo de esas aplicaciones didácticas. Se trata de una doble alfabetización en todos los sentidos, lo cual colabora con el estrés docente.

 

Por los mismos motivos, rechazamos la Ordenanza del Consejo Superior de la Universidad Nacional de Misiones 003/2020 de “Excepcionalidades para las actividades académicas en el marco del aislamiento social obligatorio”, que entre otras cuestiones impone “desarrollar la totalidad de los contenidos o núcleos prioritarios mediante formatos virtuales”, cuando, como dijimos, la propia Universidad no ha creado ni las condiciones de infraestructura ni el equipamiento necesarios para avanzar en este camino. Y también propone avanzar en “realizar instancias de evaluaciones de trabajos prácticos, exámenes parciales y finales”, cuando ni siquiera se discutió un protocolo para los exámenes a distancia.

 

 De ese modo pasamos repentinamente de un 30 por ciento como máximo de contenidos “a distancia” previsto en el Estatuto universitario a un 100 por ciento debido a la “excepcionalidad”, y de brindar “contención” a los estudiantes a evaluarlos y acreditarlos, sin que haya terminado todavía la segunda fase del Plan de Contingencia que va hasta agosto.

 

En ese sentido, queremos aclarar que, como educadores, consideramos que la presencialidad es irreemplazable, y que ninguno de estos ensayos que se realizan en la actualidad garantizan una real construcción del conocimiento debido a la precariedad del vínculo pedagógico generado en estas circunstancias.

 

Por otra parte, la ordenanza del CS prevé el incremento, una vez más, de las cargas laborales de los docentes, al establecer que “una vez finalizado el aislamiento, social, preventivo y obligatorio, en caso de ser necesario, establecerán modalidades complementarias que garanticen el desarrollo de los contenidos de las asignaturas”. Este enunciado nos preocupa particularmente, porque lo único que se ha previsto para el regreso a las aulas es cómo hacernos trabajar más, y no cómo cuidar nuestra salud y nuestra integridad física.

 

El retorno a las aulas como modalidad complementaria debe ser precedido de garantías irrenunciables de higiene y seguridad que esta Universidad no está en condiciones de proporcionar, debido al tamaño de las aulas, la cantidad de alumnos, el estado de higiene de los baños, la falta de iluminación solar o ventilación, etc. El Estado deberá proveernos, además, de todos los elementos de protección y de la más alta calidad, teniendo en cuenta que trabajamos con población joven que generalmente es asintomática para el virus. Por otra parte, ese regreso implicará la movilización a través del transporte público para gran cantidad de trabajadores de la UNaM, lo que significa un altísimo riesgo para su salud, sin mencionar el hecho de que muchos tienen hijos a cargo, lo que significará una nueva sobrecarga, principalmente para las mujeres, considerando que la planta docente es en gran proporción femenina.

 

Todas estas resoluciones, además, se han tomado o bien en forma inconsulta con las asociaciones gremiales, o bien en consultas con los dirigentes que no son comunicadas al resto de los afiliados; en cualquiera de los dos casos, sin hacer partícipe de tales resoluciones a la totalidad de los trabajadores docentes, agremiados o no agremiados.

 

Reclamamos, por lo tanto, paritarias urgentes, con delegados paritarios elegidos libremente en asambleas conjuntas de agremiados y no agremiados (virtuales o con medidas de bioseguridad) para discutir las condiciones de trabajo a las que nos están condenando las disposiciones de las autoridades universitarias y para exigir adecuadas medidas de higiene y bioseguridad para la próxima etapa pos-aislamiento.