La situación en Brasil se agrava y cada vez más los estados se encuentra al borde del colapso sanitario. Mientras, una nueva cepa avanza fuera de control y el presidente Jair Bolsonaro se niega a decretar la cuarentena.
El colapso afecta, principalmente, a los estados del sur -aquellos que limitan con Misiones, Corrientes-, Paraná, Santa Catarina y Rio Grande do Sul. Allí, la población, identificada con el bolsonarismo, se niega a adherir al aislamiento, pese a que los contagios no paran de subir.
San Pablo, el estado más afectado y poblado del país, en tanto, tiene 13 municipios de Gran San Pablo con su sistema colapsado y una ocupación de unidades de terapia intensiva que supera el 80%, aun luego de que se haya decretado la cuarentena el viernes pasado.
Ayer, el país reportó 1.972 muertos -cifra máxima en una jornada- y las previsiones no son muy alentadoras. "Hoy tendremos probablemente 2.000 muertos en un día. Necesitamos una coordinación nacional. Si el gobierno nacional no asume que lo haga el Congreso", pidió hoy el ex viceministro de Salud de Bolsonaro, Joao Gabbardo, actual coordinador del comité de Covid-19 del gobernador paulista, Joao Doria.
En ese marco, con 10 millones de vacunas aplicadas, y unas 30 millones a la espera de ser inyectadas en marzo, el Ministerio de Salud envió una carta a la embajada china en Brasilia para adquirir 30 millones de dosis de Sinopharm.
Hasta el momento, el país se encuentra aplicando las vacunas CoronaVac, del laboratorio chino Sinovac, y la anglo-sueca AstraZeneca-Oxford.
Brasil, uno de los países más afectados del mundo, registra más de 11 millones de casos confirmados y 268.370 muertos.