EDITORIAL | Locales | 07/10/2024
El reciente y lamentable suceso en el hipódromo de Posadas, donde un caballo perdió la vida durante una competencia y un jinete resultó herido, evidencia una preocupante contradicción en las políticas municipales y provinciales respecto al uso de equinos.

Mientras se permite y promueve el uso de estos animales en las carreras, que además están asociadas a apuestas ilegales, la Municipalidad de Posadas prohíbe su utilización por parte de los recuperadores urbanos, quienes dependen de ellos para su subsistencia.

El caballo fallecido, Argentina Lake, sufrió un paro cardiorespiratorio en plena carrera, un claro ejemplo de la presión extrema a la que son sometidos estos animales en este tipo de eventos. Según informes veterinarios preliminares, se está investigando si el equino habría sido víctima de la administración de sustancias prohibidas para mejorar su rendimiento.

Este tipo de prácticas, aunque ilegales, no son inusuales en el mundo de las carreras de caballos, y los veterinarios advierten que pueden tener consecuencias fatales para los animales, como lesiones graves e incluso la muerte.

Por otro lado, los recuperadores urbanos, quienes trabajan recolectando materiales reciclables con la ayuda de caballos, han sido obligados a registrarse y obtener un Carnet Sanitario Animal para continuar circulando en zonas aún no prohibidas. Esta medida forma parte del Programa de Sustitución de Vehículos de Tracción a Sangre Animal, que busca erradicar este tipo de prácticas bajo el pretexto de proteger el bienestar de los animales.

Sin embargo, la misma administración que prohíbe a estos trabajadores el uso de caballos no muestra reparos en permitir las carreras, donde el sufrimiento y la explotación de los equinos es igual o peor.

La contradicción es evidente: mientras se exige a los sectores más vulnerables renunciar a los caballos bajo el argumento de la protección animal, se fomenta el uso de estos mismos animales en un contexto que no solo los expone a un mayor riesgo, sino que además alimenta un sistema de apuestas ilegales que se desarrolla a la sombra de las autoridades.

Las carreras de caballos son, en muchos casos, una forma de explotación donde los equinos son empujados a rendir al máximo, incluso a costa de su salud, como lo advierten profesionales de la medicina veterinaria.

El bienestar animal no debería depender de quién explota al animal ni del contexto en que lo hace. En ambos casos, los caballos sufren. La supuesta dignificación de los recuperadores urbanos, a través de su inclusión en programas de sustitución, no debería ser una excusa para permitir la explotación en otro ámbito. Las carreras, con todos los riesgos que implican para los animales, no son una excepción.

Las autoridades deberían aplicar los mismos principios en todos los ámbitos donde se utilicen caballos, sin doble moral ni contradicciones.

La muerte de Argentina Lake debería ser un llamado a replantear las políticas municipales y provinciales. No tiene sentido prohibir el uso de caballos para quienes trabajan en condiciones precarias, mientras se permite su explotación en un ambiente que no solo pone en riesgo su salud, sino que además perpetúa prácticas ilegales. Si realmente se busca proteger a los animales, es necesario un enfoque coherente y abarcador, que incluya tanto a los recuperadores urbanos como a las carreras de caballos.

Es urgente que se adopten medidas que garanticen el bienestar de los caballos en todas las actividades, sin excepciones ni hipocresías. La explotación animal, en cualquiera de sus formas, debe ser condenada y eliminada. Las autoridades tienen la responsabilidad de actuar con coherencia y justicia, protegiendo a los animales y no permitiendo que el sufrimiento de unos sea justificado mientras el de otros se ignora.