El repentino cambio de postura generó un vendaval de críticas, no solo desde la oposición sino también entre sectores del oficialismo nacional. La caída del proyecto, que buscaba impedir que personas con condena en segunda instancia por delitos graves puedan postularse a cargos electivos, se definió por apenas un voto. Y ese voto faltante, según remarcaron fuentes legislativas y dirigentes en redes, estaba en Misiones.
Ambos legisladores habían respaldado la propuesta durante su paso por la Cámara de Diputados y, en diversas entrevistas radiales, manifestaron su compromiso con la transparencia y la integridad en la política. “Creemos que Ficha Limpia tiene que salir, la sociedad lo demanda”, dijo Rojas Decut en abril. Carlos Arce también había declarado su acuerdo “con la esencia del proyecto”. Sin embargo, en el recinto, ambos votaron en contra, alineándose con los 33 legisladores de Unión por la Patria.
Lo que ocurrió en las horas previas a la votación fue una intensa ronda de llamados desde Casa Rosada, según confirmaron voceros parlamentarios. En medio de especulaciones sobre acuerdos entre el Gobierno nacional y el oficialismo misionero, surgieron versiones de un entendimiento político de cara a las elecciones provinciales, en las que sectores libertarios y renovadores exploran alianzas tácticas.
En paralelo, el rechazo de los senadores renovadores también evidenció un movimiento coordinado desde el kirchnerismo. La presentación de un dictamen de minoría y la definición de una votación a mano alzada —cuando se había planteado un procedimiento electrónico— alimentaron las sospechas de una jugada previamente calculada para frustrar la ley sin dejar demasiadas huellas.
Tanto Arce como Rojas Decut responden políticamente al exgobernador Carlos Rovira, líder indiscutido del Frente Renovador de la Concordia, una fuerza que ha cultivado vínculos con distintos gobiernos nacionales sin romper su autonomía formal. El voto en contra de Ficha Limpia, sin embargo, dejó al descubierto el costo político de esa estrategia: una creciente ola de cuestionamientos públicos y una mancha difícil de borrar en la credibilidad de ambos senadores.