EDITORIAL | Provinciales | 21/05/2024
El gobierno provincial ya no lo puede ocultar: trabajadoras y trabajadores de la salud, educación, fuerzas de seguridad provinciales, empleados judiciales y guardaparques unieron reclamos y voces para exigir mejoras salariales. Los hechos se dan en un contexto de crisis nacional donde muchas familias no logran cubrir necesidades básicas.

La huelga se recrudece, los acuerdos no llegan y el corte de una de las principales avenidas de Posadas forma parte de una serie de imágenes que se replican en otros puntos de la provincia:  asambleas en escuelas, cortes de rutas y movilizaciones en distintas localidades. 


En este contexto de lucha, es clave reivindicar el rol de las mujeres que ponen el cuerpo y dejan la vida al exigir un salario digno para sostener sus economías familiares. ¿Por qué ellas? Según la Encuesta Nacional a trabajadores sobre Condiciones de Empleo, Trabajo, Salud y Seguridad (ECETSS 2018), en Argentina, la feminización de la salud y la educación es una tendencia marcada. Aproximadamente el 69% de los trabajadores de la salud en el país son mujeres, esto incluye profesionales como enfermeras, obstetras, psicólogas, trabajadoras sociales y personal administrativo en hospitales y centros de atención médica. En cuanto a educación, el porcentaje es aún mayor, con un 73% de mujeres empleadas en la actividad. 


Datos, no opinión. Estos números representan una segregación horizontal en el mercado laboral: además de ser sectores de la economía asociados al cuidado que de nuevo pesa sobre las espaldas de las mujeres, hoy se ven golpeados por la precarización laboral y salarial. La realidad las obliga a salir a las calles a protestar y luchar por derechos que deberían estar garantizados hace muchísimo tiempo. Se suma que muchas de ellas debieron dejar sus hogares y familias, posiblemente al cuidado de otras mujeres: abuelas, hermanas y amigas que, si bien se vuelven un sostén clave, también padecen la precarización con los recortes salariales, la quita de subsidios a servicios básicos y pésimas jubilaciones, que en los últimos meses se volvió el foco y la principal política del gobierno nacional. 


Las trabajadoras misioneras no callan ante un gobierno que castiga con un Comité de Crisis, integrado por fuerzas federales que, además de poner a las manifestantes y sus colegas varones al mismo nivel que los narcotraficantes de Rosario, criminaliza el derecho a huelga. La protesta se feminiza porque son ellas las que educan, cuidan y curan, las que ponen la tiza y el cuerpo ante las balas de un estado que oprime hasta la asfixia. 


No las dejemos solas. Necesitamos a las maestras en las aulas y a las enfermeras y médicas en los centros de salud, sí. Pero las necesitamos fuertes, dignas y libres, con salarios justos y condiciones laborales decentes. No dejemos de reconocer y valorar la formación, el tiempo, el trabajo y la vida de quienes hoy, con un fuerte liderazgo, se enfrentan al poder de turno con banderas firmes y causa justa. Visibilicemos y abracemos su lucha, porque luchando también están enseñando. 


Daiana Bárbaro. Lic. en Comunicación-Diplomada en Género.